sábado, noviembre 19, 2005

Los amigos que perdí

(parafraseando a Bayly)

Hoy en la tarde hablé por teléfono con mi hermana. Mientras yo volvía de mi peregrinar por el templo del consumo familiar, ella se dirigía a un asado con sus ex-compañeras de curso, del colegio. Son cuatro. Como los Angeles de Charly con Bonus Track. Se juntan siempre, celebran sus cumpleaños, y ahora los de sus hijos, a casi 15 años de haber dejado atrás al subvencionado Nacional. En esa época, creo no haberlas visto separadas ni un minuto. Vivían juntas. Pololeaban juntas. Veraneaban juntas. Hay algo loco en esa relación que las une, que después de todo este tiempo sigan ahi, que más allá de las discusiones, diferencias e indiferencias, las mantiene unidas. Lo encuentro admirable.

Debe ser porque yo del Colegio no conservo ninguna amistad. Dejé de verlos hace más de diez años y sigo sin verlos. Entré a la universidad y me distancié. Puede ser porque yo era el perno que estudiaba más de la cuenta, mientras los demás repetían el preuniversitario y seguían aplanando calles con una botella de cerveza debajo de la chaqueta. Algunos nunca evolucionaron, debe ser porque el orientador educacional nunca les supo decir que tenían que estudiar. Y además, nunca tuve un yunta, un "soul mate", un amigote en las buenas y en las malas. Tenía un grupo de amigos, pero lo nuestro era sólo tomar, escuchar Guns n' Roses y jugar fútbol. Después del colegio nunca más nos juntamos.

Hace un par de años, esa perdida de amistades hizo que quisiera tratar de volver a reunir a los de mi curso. Hice un par de contactos, le escribí a algunas direcciones que me soplaron. Tiempo después supe que algunos se juntaban, que hacían reuniones regularmente y nunca me invitaron. O nunca me ubicaron. ¿Habrá sido por alguna razón especial? Quiero pensar que no, que fue producto de una mala gestión y no de alguna odiosidad del tipo "no invitís a ese gueón". Ahora ya desistí de juntarlos. No le encuentro sentido después de tantos años. ¿Juntarse a que? A mostrar calvicies, poncheras y arrugas. A desplegar éxitos y esconder fracasos.

Al final, conservo sólo una amistad de mi época escolar, pero no era de mi curso. La Denisse. La llamo cada muerte de obispo, le escribo a lo lejos. Pero ella siempre está ahi y no recrimina mis desapariciones. Soy un ingrato. Debe ser por eso que los amigos se me pierden en el tiempo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo dijo que ...

que nunca te importe...esos giles siempre fueron nada...
ELLOS perdieron un gran amigo...
Tu artículo debió llamarse "El amigo que se perdieron"
Valor!

22/11/05 15:41  

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