Fin de año (Parte I)

Me porté mal. Y el último dia.

No les voy a contar los sucesos que lo desencadenaron, pero resulta que hoy en la mañana soñaba feliz con un campo de ovejas y un perro quiltro, cuando de pronto sonó el teléfono de mi departamento. Abrí un ojo y sólo reparé en el mini-reloj despertador casio: 9:20 hrs. Al otro lado del teléfono, mi amigo Sergio pregunta irónicamente "¿Vas a venir a trabajar hoy?". Rayos. Voy al tiro, Sergio. Es la segunda vez en mi vida que me quedo dormido. No sé como lo hice pero me duché, vestí y manejé hasta el centro en tan solo 25 minutos. Costanera Andres Bello a 120 km/h. No se como no llegué con los calzoncillos arriba de los pantalones. Tenía mil llamadas perdidas en el celular, que manejo en silencio y estaba en el bolsillo de mis pantalones hechos un lulo en el suelo. Siento una verguenza extrema de llegar tarde por este motivo, tan pueril y tan chanta. Igual era el último día, no habia mucho que hacer aparte de dar jugo.

Flashback: La otra vez que me quedé dormido, fue cuando era más afortunado y trabajaba en Brasil. Tenía un vuelo a las 8:00 AM desde Rio de Janeiro a Salvador. Increíble. La noche anterior me salió un "Toma Todo" y el resultado fue abrir los ojos envuelto las blancas sábanas del hotel a las 12:00. Y lo peor de todo, con un hachazo tipo Gimli y una verborrea digna de Ruperto (¡Ascucha!), tratar de cambiar en pasaje por téléfono (en Portuñol obviamente). Al final igual llegué a Salvador, que tanto.