sábado, diciembre 31, 2005

Mi amigo gay japonés

Resulta que ayer en la tarde, después de un fin de tarde sin mucho que hacer, sin muchas ganas en realidad, fui a tomar un café con Marla Singer. Cerca del trabajo caminamos por José Miguel de la Barra, donde hay una seguidilla de cafés y entramos a uno que se llama Tomodachi (amigo en japonés), porque tenía un cómodo sillón que habiamos visto en un folleto del Bellas Artes. Después que entramos, nos sentamos y pedimos, empezamos a notar que el ambiente era entero gay. Los mozos, los clientes, todo. ¡Un café helado y un jugo de melón tuna para los heterosexuales de la mesa 5! En el subterráneo, había un lounge, al cual en principio pensamos en bajar, pero después nos arrepentimos. No queríamos encontrarnos con sorpresas, descubrir un par de personajes besándose, atracando en un sillón o haciéndo escándalo. No tengo nada contra los gays, pero igual es chocante encontrarse con un par, o verlos haciendo cosas propias de una pareja hetero. Uff.

Pero en fin, lo importante y lo rescatable del asunto es que la conversa fue muy buena, analizamos lo que es la vida, le dimos forma al concepto de la verdadera verdad, y lo aplicamos a The Face y al Disperso. Además de eso, hay un tema que quiero compartir con ustedes. Y es que Marla piensa igual que yo, en el hecho que en esta vida desde que uno nace todas las expectativas de nuestros cercanos, todos los ojos estan sobre uno para que se tranforme en un modelo de perfección: el perfecto estudiante, el perfecto novio, el perfecto marido (o esposa), con la casa perfecta, la cuenta corriente perfecta, la vida perfecta, las vacaciones perfectas. Modelo de perfección. Uno va colocando metas en su vida que no necesariamente son propias, son producto de una induccion social y familiar, y que finalmente pueden llegar a ser insatisfactorias. Yo la analogía la hago de la siguiente manera: desde pequeño me inducen a que suba el Everest, y lucho incansablemente por llegar a la cima. Cuando lleguo arriba me doy cuenta que en realidad no valía la pena trabajar y esforzarse tanto por subir. No me llena. O que en el cerro del lado, que es bastante más indecente, lo estan pasando mejor. Tal como en el club de la pelea, dan ganas de dejar todo e irse a vivir a una casa en ruinas y volverse tóxico.

En fin. Les dejo otro punto rescatable, o más bien un dato: nunca me había tomado un jugo de melón tuna tan rico. Y Marla nunca se había tomado un café helado como ese. Exquisito. No estoy ni ahi con los gays, pero les compro cualquier cosa que cocinen.