domingo, enero 08, 2006

Las gracias de Fabi

Después de una semana de indirectas y directas, mi jefe hizo efectiva la amenaza de hacer un asado en su casa. La idea original era juntarnos en la tarde para aprovechar la piscina y que las chicas hicieran un desfile en micro-monokini-colaless. Finalmente, y por razones ajenas a la producción, el evento fue realizado en horas de la noche. Asi que obligado a olvidarse del desfile.

Pero eso no es lo relevante del asunto. Después de disfrutar de lo clásico de un asado y de una excelente hospitalidad de mi jefecito, comenzaron los bailoteos y la ingesta de brebajes de grueso calibre. Mi jefe, quien sabe con que afán, ofreció su bar por si alguien quería algo. Yo no tengo problemas de timidez ni nada por el estilo, pero digamos que no se si es politicamente correcto asaltar el bar del jefe, independiente que lo ofrezca. Pero aqui es donde aparece Fabi, que no es ni corto ni perezoso. Fabi elige un etiqueta negra. Fabi elige y abre una botella de Drambuie (para preparar clavos oxidados). Para los que no lo saben, una botella de esas sale como $15K.

En fin, el asalto se realizó y los cócteles fueron preparados y bebidos. Fabi feliz. Hasta que llegó la hora de la retirada. Después de las despedidas y los cínicos ofrecimientos a lavar y recoger cuanto cachureo sucio quedó, Fabi salé disparado y algunos vemos que se sube a su auto y sale rajado. Pero en la repetición en cámara lenta, con el análisis del Profesor Mario Gasc, podemos ver un detalle extra: Fabi sale de la casa, abre la puerta de su auto, vomita poderosamente en la calle, se sube a su auto y sale rajado. La evidencia quedó a mitad de calle. No fuimos capaces de reaccionar y tambien nos fuimos. Quedó entonces, marcada la acera por nuestro amigo Fabi, cosa que da verguenza ajena, pero en fin, asi es la vida no más.